Hoy le puse a mi hija un capítulo de ‘Alf’ en Youtube. No sé si la recordarán: era una serie de humor que empezó a emitirse en España a principios de los 90, en la que un extraterrestre va a parar con su nave a casa de una familia con la que empieza a convivir ( al principio a la fuerza), pero luego acaba siendo uno mas
Alf no tiene vergüenza ni pelos en la lengua, se hace el dueño de la casa y del mando de la tele y, a pesar de todo, se hace querer. A mi hija le está gustando y eso que el doblaje es pésimo, porque no he logrado conseguir el que yo escuchaba. Enseguida he pensado lo que piensan los viejunos: ya no se hacen series como las de antes. Y me veo diciendo lo que se suele decir cuando se llega a cierta edad: en mis tiempos, las cosas eran de otra manera.
La música era menos absurda (no entiendo nada a Rosalía y algunas canciones de reguetón parecen cantadas por el tonto del pueblo). Ahora los niños tienen más juguetes y menos imaginación. Se llevan la consola hasta al parque, que se supone que, precisamente, es el sitio para desconectarse de ella.
No sé si es sensación mía o es que les ponemos las cosas demasiado fáciles. Miro los libros de texto y apenas tienen letras, son muy escuetos. Parece que se da una enseñanza light, han obviado cosas fundamentales y se ha potenciado el bilingüismo a edades en las que ni siquiera saben todavía expresarse y escribir bien en español. A lo mejor el niño sabe decir en inglés los órganos que intervienen en el aparato digestivo, pero no sabe para qué sirve cada uno…
Mamá, quiero ser ‘youtuber’
Antes querían ser de mayores maestros, médicos, policías… Ahora muchos quieren ser youtubers porque piensan que es la mejor manera de ganar dinero: no dando golpe y encima divirtiéndose. En realidad no saben que llegar a youtuber reconocido es una carrera de fondo: son horas de trabajo para crear contenido y editar los vídeos, hay que tener soltura y talento para hablar ante las cámaras y muy pocos (poquísimos) logran vivir de ello.
Antes uno era rebelde si se hacía un roto en el pantalón, se ponía un piercing y el colmo de la rebeldía era un pequeño tatuaje. Ahora muchos (aunque no todos) llevan el cuerpo entero tatuado, los pantalones destrozados, las orejas reventadas de chatarra y los 12 de ahora son los 15 de antes. Con 18 ya saben dos idiomas mínimo y casi han dado la vuelta al mundo… y a los viejunos nos dan 20 vueltas.
No quiero ver First Dates ni Mujeres y hombres porque me dan vergüenza ajena (aunque he visto de reojo los tráilers) y me causa ansiedad que mi hija algún día se presente en casa con un maromo de ese pelaje. Además que no paran de hablar de… eso con alguien con quien se supone que se encuentran por primera vez.
Todo me resulta ‘raruno’
Como Alf, me siento extraterrestre… y todo me resulta raro… raruno.
Este virus que no hay manera de quitárselo, esta guerra que nos tiene asustados y esta nueva crisis económica, que nos deja asfixiados, debajo de la mascarilla. Dos semanas de calima que me ponen taciturna…
Hasta los Óscar están raros, han perdido el glamur. Estupefacción porque a Will Smith se le fue la mano. Entonces… ¿no era un montaje? Por cierto, qué buena serie El príncipe de Bel Air… de las de antes.
Miro mis manos llenas de grietas: no entiendo nada… y soy viejuna… Muy viejuna.
Y somos unos cuantos los que nos sentimos viejunos. La evolución del ser humano pretende conseguir la comodidad total y el menor esfuerzo, pero sin que la industria del entretenimiento deje de funcionar. Y eso que ahora hay un control mayor para respetar los derechos de los consumidores. Pero el poder de la economía es enorme. Por cierto, de pronto observo que la publicidad ocupa más de un 50% en esta página web.