El pasado 9 de febrero saltaron a todos los medios las supuestamente impactantes declaraciones del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, anunciando su deseo de realizar una pausa entre las relaciones comerciales de España y México. Mis inversiones en México son cero, así que ya verá lo que me afecta. Pero, si tanta desfachatez tiene cabida en los discursos y en los medios, hay que cuestionar los discursos y los medios
Cuando se ven las imágenes del Sr. López Obrador y se escuchan sus declaraciones instando a hacer una pausa entre México y España, lo cierto es que cuesta entender y seguir su razonamiento. La imagen es la de un señor presenil improvisando un discurso. Lo que parece senilidad es un intento por ocultar las denuncias de corrupción flagrante de las que viene siendo objeto.
Pero sí, el discurso se ve que está siendo improvisado y, como las cartas están bocarriba, al presidente mexicano le cuesta articular las palabras para no decir nada y salir del paso. Las mentiras hay que preparárselas bien, Sr. López Obrador: aprenda de los políticos españoles. Llega a decir que hay un contubernio en la cúpula de los gobiernos de México y de España… Pues nadie mejor que él para saber lo que pasa en la cúpula del gobierno de México, del cual, dicho sea de paso, es el máximo responsable.
Cortina de humo
Intentando entender mejor lo que haya podido querer decir este señor, ampliemos un poco la perspectiva: zoom out, que dirían los modernos. Estas declaraciones se producen en la inauguración del homenaje a Ricardo Flores Magón, figura clave en la revolución mexicana, de cuya muerte se cumplen 100 años en 2022. Pues bien, esta revolución se produjo contra el dictador Porfirio Díaz, muy mexicano y mucho mexicano. Anotar también que Ricardo Flores Magón falleció en una prisión estadounidense en circunstancias oscuras, y que pasó una gran parte de su vida encarcelado en ese país, lo que deja claro que Estados Unidos era uno de los principales enemigos de la revolución mexicana y de la libertad de los ciudadanos de México.
Para concluir este esbozo del contexto en el que se producen estas declaraciones, apuntaré que se viene arrastrando durante los últimos meses una grave crisis de credibilidad del Sr. López Obrador. Han saltado a la primera línea de los medios las relaciones de favor de la empresa de petróleo mexicana Pemex con la compañía Baker Hughes (efectivamente, estadounidense), para quien trabaja el hijo del presidente.
En este contexto, quizás el lector entienda mejor la torpeza del Sr. López Obrador en sus declaraciones, que no son más que un intento desesperado por retirar la atención de sus acusaciones de corrupción recurriendo al tan sobado tópico de que «los españoles saquean México», cuando lo cierto es que es él quien lo saquea, tal como sus padres, y los padres de sus padres… y así hasta llegar a la declaración de independencia de su país.
Los medios de comunicación no contextualizan esas declaraciones
Pero esto no es lo grave, esto es ya habitual. Lo grave es el tratamiento de estas ridículas declaraciones (ridículas en su contenido y en su forma) que se hace desde los medios de referencia patrios. No se salva ni uno: La Vanguardia, El País, El Mundo, Europa Press, El Confidencial, Infolibre, elDiario.es, El Español, Voz Populi y un largo etcétera que se hace eco de esta cantinflada, otorgándole carácter de asunto serio a lo que no es más que una torpe maniobra de distracción. Torpe, pero que, a tenor del eco mediático y el tratamiento que se le está dando, acabará teniendo su efecto, porque ningún medio de tirada nacional hará el ejercicio de contextualizar esas declaraciones, de darle una visión de conjunto para que pueda formarse una idea sólida y preferirán ampliar el zoom sobre el detalle de la declaración para acumular visitas y crear debate insustancial, apostando por polarizar emociones básicas. A esto se le llama sesgar la información. A esto se le llama manipular a gran escala, desde todos los medios. Y esto, señores, esto es grave.
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